El vaticinio del argentino que creó un robot para identificar tumores y destruirlos

Mariano Giménez es uno de esos argentinos que llegan a lo más alto y generan cambios trascendentes. Él es médico, especialista en cirugías invasivas mínimas y el primer profesional no europeo que tiene a su cargo una Cátedra de Excelencia (Chair Of Excellence) para el desarrollo de la cirugía percutánea en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Estrasburgo, en Francia, donde trabaja junto a tres investigadores distinguidos con el premio Nobel. Dos semanas atrás, Giménez recibió el premio de la Fundación Force por su aporte a la innovación y la investigación en Salud por el desarrollo de ARPA, un robot capaz de localizar un tumor en el hígado y destruirlo con una aguja percutánea.

“En el futuro se operará a través de las pantallas”, afirma Giménez, que además pronostica un escenario de “quirófanos híbridos”, es decir, cirugías asistidas por computadoras. “Se trata del amplio uso de la tecnología para mejorar las habilidades de los cirujanos y aumentar sus sentidos con imágenes, machine learning y el uso de la robótica para lograr cirugías más precisas y seguras”, explica el especialista.

Giménez, al igual que muchos médicos destacados de la Argentina, estudió en la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde hoy es profesor titular de Cirugía. En mayo de este año, recibió el diploma al mérito a la Ciencia y la Tecnología Argentina por parte de la Fundación Konex, en la disciplina “Cirugía”, y su carrera lo llevó a dar más de 1140 conferencias en 42 países. Actualmente, en Estrasburgo, realiza parte de sus investigaciones junto a Jules Hoffmann (Nobel de Medicina 2011), Jean-Marie Lehn (Nobel de Química 1987) y Jean-Pierre Sauvage, (Nobel de Química 2016).

ARPA (semi Autonomous Robot for Percutaneous tumor Ablationpor sus siglas en inglés) es un nuevo concepto en robótica que permitirá un procedimiento más rápido, preciso y por lo tanto más seguro para el tratamiento de pacientes con tumores en el hígado y otras localizaciones. Cuando se logra precisión con la técnica, señala Giménez, los resultados oncológicos a largo plazo son iguales a la resección quirúrgica, pero con una internación menor a 24 horas. Cabe aclarar, que ARPA aún está en etapa de prueba, y todavía no se usa en pacientes.

“La ablación tumoral consiste en colocar una aguja en un tumor y conectarla a un aparato que, en general, por aumento local de la temperatura, lo destruye. Cuando esto se realiza con precisión, los resultados oncológicos a largo plazo son comparables a la resección quirúrgica. Para mejorar la precisión se crearon sistemas de navegación y luego diversos robots. Con ello se disminuyó el error inicial de 20 a 10mm. Con nuestro sistema robótico, se disminuirá el error a menos de 3mm”, describe Giménez.

Otro cuestión importante, agrega, es la experiencia del operador y el apoyo que la tecnología puede dar a profesionales con menor experiencia. “Un estudio desarrollado por nuestro equipo de trabajo demostró que médicos sin experiencia utilizando tecnología (guías de navegación), lograban mejores resultados que expertos utilizando las técnicas clásicas. En la misma línea, un estudio reciente demostró en pacientes con tumores hepáticos, que al usar guías de navegación precisas por parte de los médicos tratantes, los porcentajes de curación en médicos con casi 1000 casos de experiencia era el mismo que médicos con tan solo 20 casos. Aunque, por supuesto, la experiencia sigue teniendo gran importancia en lo que respecta al criterio médico, algo que las máquinas y la inteligencia artificial aún no pueden ofrecernos”.

Pilares

El sistema ARPA se desenvuelve en los tres pilares de la ablación: la planificación, ejecución y confirmación.

En la planificación, mediante un algoritmo de inteligencia artificial previamente entrenado, ofrece al operador, dependiendo de características del tumor, del órgano donde se ubica y su localización espacial, opciones de tratamiento. Por modernas técnicas de fusión elástica, permite localizar tumores que podrían “no verse” por las técnicas estándar. Por último, en esta fase, permite proyectar en la pantalla la planificación de la o las agujas de ablación y simular el campo de ablación y el éxito del procedimiento antes de comenzar con el mismo.

En cuanto a la ejecución, un proceso de navegación electromagnético permite al robot la colocación de la aguja de tratamiento, en tiempo real, aún en movimiento del objetivo. Mientras que la última fase, la confirmación, se hace con un algoritmo, antes y no después de la ablación. Disminuyendo el tiempo quirúrgico, la radiación al paciente por menor numero de tomografías y menor cantidad de material de contraste.

“Estos robots permitirán en un futuro el tratamiento a distancia, pero no es el motivo de nuestro desarrollo. Este tipo de adelantos tecnológicos permiten tratamientos más personalizados y precisos. Pero no debemos olvidar que el avance de la tecnología aplicada en el campo de la salud es para brindar una mejor atención a nuestros pacientes. Ellos son el foco. La tecnología es solo una herramienta que nos permite lograr un tratamiento más preciso y personalizado. La ética, la empatía con el paciente y su familia son partes fundamentales de nuestra práctica médica. Mirar a los ojos a nuestro paciente y que sienta que su problema es nuestro problema”, afirma Giménez.

Fuente: La Nación por Alejandro Horvat

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